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viernes, 12 de julio de 2013

El Mesías y su Obra

Yeshúa significa Yahweh es Salvación como vemos en Mateo 1:21: “Ella dará a luz un hijo; y lo llamarás Yeshúa, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”. Mesías significa Ungido.

1. Él es Yahweh manifestado en carne según vemos en 1ª Timoteo 3:16 “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”. (Ver también Juan 1:14 y Colosenses 2:9).
2. Tomás confesó a Yeshúa como Señor y Dios (Juan 20:28).
3. Según Hechos 20:28, la iglesia fue comprada con la sangre propia de Dios, específicamente la sangre de Yeshúa.
4. Pablo describió a Yeshúa como “nuestro gran Dios y Salvador Yeshúa el Mesías” (Tito 2:13).
5. Pedro lo describió como “nuestro Dios y Salvador Yeshúa el Mesías” (2ª Pedro 1:1).
6. Nuestros cuerpos son templo de Dios (1ª Corintios 3:16-17), y sabemos que el Mesías mora en nuestros corazones (Efesios 3:17).
7. En Colosenses 2:9 se enfatiza la deidad del Mesías. “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (véase también 1:19). Según estos versículos de la Escritura, Yeshúa no es simplemente una parte de Dios, sino que el total de Dios es residente en Él.
 
Yeshúa afirma ser el Álef y la Tav, el Alfa y Omega o el principio y el fin, primero y último. Él es la Vida y la fuente del agua de Vida, en Apocalipsis 21:7 Yeshúa afirma que Él será el Dios y el Padre de quienes vencieren para ingresar al Reino, lo que es el cumplimiento de la promesa hecha en Éxodo 29:45 y citada de nuevo en 2ª Corintios 6:16 y Hebreos 8:10.

En la Biblia vemos que en Yeshúa el Mesías se integraron la naturaleza humana y divina de una manera como ningún otro ser humano jamás ha tenido. La naturaleza humana o carne y la naturaleza divina o Espíritu manifestaron a quien la escritura llama EmanúEl o Dios con nosotros (Isaías 7:14; Mateo 1:23), reconociendo según la escritura que no hay otro Dios sino Yahweh (Isaías 45:5). Como hombre, Yeshúa fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María, sin que haya existido relación marital con José o con ningún hombre (Lucas 1:34-35; Mateo 1:20-25).

Yeshúa es el “logos”, la palabra de Dios hecha carne, quien puso su tabernáculo entre nosotros.  Es a la vez totalmente hombre y totalmente Dios (Mateo 1:23; Juan 1:1-2 y 14). Yeshúa es el buen pastor y el cordero a la vez (Salmo 23:1; Juan 10:11 y 14), es Señor de Señores y Rey de Reyes (1 Timoteo 6:15; Apocalipsis 19:16). Es el que puede caminar sobre las olas del mar (Génesis 1:2; Job 9:8; Mateo 14:25).

Vivió una vida sin pecado (Hebreos 4:15; 1ª Pedro 2:22-23), Él no tuvo una naturaleza pecadora como todos los hombres poseemos desde Adán. En forma victoriosa soportó la tentación del diablo (Mateo 4:1-11), a diferencia de Adán y Eva, quienes sucumbieron a la tentación del diablo (Génesis 3:1-7). Yeshúa no hubiera sido apto para cumplir su tarea de expiar nuestros pecados si Él mismo hubiera caído en pecado. Murió en el madero como un sacrificio sustitutivo perfecto por los pecados de todos los hombres (Isaías 53:5-6; Juan 1:29; Hebreos 2:9; 1ª Pedro 3:14; 1ª Juan 2:2); resucitó corporalmente (Mateo 28:6; Lucas 24:38-43; Hechos 10:40; 1ª Corintios 15:3-4); ascendió a la diestra del Padre. La diestra significa fuerza, poder, importancia, y preeminencia, desde donde Él ejerce como sumo Sacerdote e intercesor, como vemos en Mateo 26:64: “Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” (Véase también Marcos 14:62; Lucas 22:69; Hechos 1:1-9; Romanos 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1ª Juan 2:1). Su regreso para llevar a su Iglesia es inminente y premilenial (Juan 14:3; 1ª Corintios 15:51-52; 1ª Tesalonicenses 4:13-18; Tito 2:13); después de la tribulación Él establecerá su reino milenial sobre la tierra (Zacarías 14:4-21; Apocalipsis 20:4-6). Yeshúa es el único Salvador del mundo (Hechos 4:12).

La muerte de Yeshúa es central en el plan de Dios de salvar a los hombres. Su muerte fue predeterminada por la voluntad de Dios (Hechos 2:22-23) y anunciada en las figuras de los sacrificios de la Torah (Juan 1:29; Hebreos 9:12-14), los cuales manifestaban el justo requerimiento de la Justicia de Dios, que demanda la muerte por el pecado (Romanos 3:21-26). Él murió en lugar de los hombres que estaban bajo la sentencia de muerte, para que así estos no sufran la pena de una separación eterna de Dios (Isaías 53:5-6; 1ª Corintios 15:3; Hebreos 2:9; 1ª Pedro 2:24). La sustitución es el corazón mismo de la enseñanza de la muerte del Mesías. Esta verdad es la más importante en términos de los requerimientos de la ley de Dios. Creemos además, que la muerte del Mesías fue en favor de todos los hombres (1ª Timoteo 2:6; 1ª Juan 2:2; Juan 1:29), y que al ser representativa, vicaria y sustitutiva, la muerte del Mesías viene a ser la muerte legal o judicial de todos los hombres que creen en Él (2 Corintios 5:14; Romanos 6:3-6). Sin embargo, los beneficios de su muerte no son para todos de manera automática, pues debe haber respuesta o decisión de fe por parte del hombre (Juan 3:16; Romanos 3:22).

Yeshúa se levantó del sepulcro en forma corporal. La resurrección física de Yeshúa es confirmada por los cuatro escritores del evangelio (Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20), y fue el tema principal en la predicación de los apóstoles (Hechos 2:14-32; 3:15; 13:29-30; 1ª Corintios 15). Esto comprueba la afirmación de Yeshúa de que Él es el Hijo de Dios, asegura que Dios aceptó su muerte como un sacrificio sustitutivo por los pecados; asegura el fundamento para la nueva vida que Dios ofrece a todos los que creemos en Yeshúa (Romanos 5:10; 8:11), garantiza el cumplimiento pleno del programa redentor de Dios y la victoria final sobre el postrer enemigo, la muerte, (1ª Corintios 15:22-23, 26, 55-57).

Yeshúa ascendió a los cielos y su ministerio actual ante la presencia de Dios es interceder en favor del pueblo de Dios. Lucas narra la ascensión como un hecho histórico (Lucas 24:50-53; Hechos 1:9). Allí, Él nos representa ante Dios como nuestro Gran Sumo Sacerdote y Abogado (1ª Juan 2:1).

Yeshúa regresará personal y físicamente a la tierra. Así les prometió a los que le siguieron (Juan 14:13; Hechos 1:11) y así fue enseñado explícitamente por los apóstoles (1ª Tesalonicenses 4:13-18). El tiempo de este retorno es inminente. El pueblo de Dios está advertido acerca de que debe velar en todo tiempo por su regreso (1ª Tesalonicenses 5:4-9).

Yeshúa el Mesías es el único salvador del mundo. En este mundo de proliferación de religiones, la Biblia declara que hay un sólo camino para la salvación de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2), que es el Mesías (Juan 14:6; Hechos 4:12). Los hombres deben confiar en Yeshúa el Mesías y conocerle personalmente.

Yeshúa es el Señor de todo. Él ha sido levantado por Dios a la posición de suprema autoridad sobre toda la creación (Mateo 28:18; Juan 17:2; Filipenses 2:9-11). Los hombres deben someterse voluntariamente a su autoridad en esta vida o tendrán que presentarse ante Él como Juez en la vida venidera. No hay ninguna forma de eludir la autoridad absoluta de Yeshúa el Mesías.