(Job 1:6-7) Es un ser personal y de carácter
depravado y malvado (Génesis 3:1; Mateo 3:1-10; Zacarías 3:1-2; Apocalipsis
12:10), enemigo de Dios y de los hombres (Génesis 3:1). No se halla ningún vestigio de verdad en él (Juan 8:44).
Se le presenta en la Biblia como el adversario, oponiéndose
a Dios a través de sus acechanzas, siempre tratando de anular los buenos
propósitos de Dios (Génesis 3:1-5;). Aparece como el opositor, tratando de
engañar y destruir al hombre que ha sido hecho a la imagen de Dios (Job 1:8-11;
2ª Corintios 4:4; 1ª Pedro 5:8).
Tiene una compañía de seres diabólicos, que son
capaces de tentar a los hombres en muchas formas para que éstos no obedezcan la
voluntad de Dios (Mateo 12:24-28; Judas 6; Apocalipsis 12:9). Estas actividades
pueden ser idolatría, culto a Satanás, prácticas ocultistas y astrología, que
son inspiradas por los demonios y acerca de las cuales el pueblo de Dios está
prevenido de no participar en ellas (Deuteronomio 18:10-14; 1ª Corintios
10:19-21).
En el Nuevo Pacto se le describe como “el dios de
este mundo” (2ª Corintios 4:4), “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30;
16:11), el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2). Él somete a los
hombres a su sistema de maldad para cumplir sus propios designios funestos (1ª
Juan 5:19). Aunque sus poderes son sobrenaturales, éstos están limitados por el
poder soberano de Dios. Satanás no puede cumplir sus designios siniestros más
allá de lo que Dios específicamente le permite (Job 1:6-12; 2:1-6; 1ª Corintios
10:13).
Ya fue juzgado, su juicio se consumó por medio de la
muerte de Yeshúa en el madero (Juan 16:11; Hebreos 2:14), y finalmente será
arrojado al lago de fuego, infierno o Gehena, donde permanecerá eternamente
(Apocalipsis 20:10-15).