viernes, 12 de julio de 2013

Satanás

(Job 1:6-7) Es un ser personal y de carácter depravado y malvado (Génesis 3:1; Mateo 3:1-10; Zacarías 3:1-2; Apocalipsis 12:10), enemigo de Dios y de los hombres (Génesis 3:1). No se halla  ningún vestigio de verdad en él (Juan 8:44).

Se le presenta en la Biblia como el adversario, oponiéndose a Dios a través de sus acechanzas, siempre tratando de anular los buenos propósitos de Dios (Génesis 3:1-5;). Aparece como el opositor, tratando de engañar y destruir al hombre que ha sido hecho a la imagen de Dios (Job 1:8-11; 2ª Corintios 4:4; 1ª Pedro 5:8).

Tiene una compañía de seres diabólicos, que son capaces de tentar a los hombres en muchas formas para que éstos no obedezcan la voluntad de Dios (Mateo 12:24-28; Judas 6; Apocalipsis 12:9). Estas actividades pueden ser idolatría, culto a Satanás, prácticas ocultistas y astrología, que son inspiradas por los demonios y acerca de las cuales el pueblo de Dios está prevenido de no participar en ellas (Deuteronomio 18:10-14; 1ª Corintios 10:19-21).

En el Nuevo Pacto se le describe como “el dios de este mundo” (2ª Corintios 4:4), “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11), el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2). Él somete a los hombres a su sistema de maldad para cumplir sus propios designios funestos (1ª Juan 5:19). Aunque sus poderes son sobrenaturales, éstos están limitados por el poder soberano de Dios. Satanás no puede cumplir sus designios siniestros más allá de lo que Dios específicamente le permite (Job 1:6-12; 2:1-6; 1ª Corintios 10:13).

Ya fue juzgado, su juicio se consumó por medio de la muerte de Yeshúa en el madero (Juan 16:11; Hebreos 2:14), y finalmente será arrojado al lago de fuego, infierno o Gehena, donde permanecerá eternamente (Apocalipsis 20:10-15).

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