El Espíritu Santo es Dios. Dios es santo (Levítico
11:44; 1ª Pedro 1:16). De hecho, solo Él es santo en Sí mismo. Dios también es
Espíritu (Juan 4:24), y hay solamente un Espíritu de Dios (1ª Corintios 12:11;
Efesios 4:4). Por lo tanto, “Espíritu Santo” es una manifestación del único
Dios.
Él inspiró las Sagradas Escrituras (2ª Timoteo 3:16;
2ª Pedro 1:21), Él ha venido para convencer al mundo de pecado (Juan 16:8-16),
para producir el nuevo nacimiento (Juan 3:5-8), para ser nuestro guía (Romanos
8:14), nuestro maestro (Juan 16:13; 1ª Corintios 2:13) y revestirnos de poder
para llevar una vida victoriosa sobre el pecado (Romanos 8:3-4). El Espíritu
Santo bautiza a cada creyente en el cuerpo Espiritual del Mesías en el mismo
instante que éste recibe la salvación por su fe en el Mesías (1ª Corintios
12:13) y lo sella para el día final de redención (Efesios 1:13-14). Los dones
espirituales provienen de Él para que los creyentes cumplan con su respectiva
función dentro del Cuerpo del Mesías que es la Iglesia.
El Espíritu Santo guía a cada creyente al
conocimiento de toda verdad (Juan 14:26; 16:13). Él abre la mente del creyente
para que entienda las Escrituras y la verdad de Dios. Esto no quiere decir que
el creyente pase a ser infalible en el entendimiento de la verdad, sino que,
con la ayuda del Espíritu, es capaz de percibir una correcta perspectiva de la
realidad, usar su mente en forma correcta, a diferencia de quien no tiene el
Espíritu.
El Espíritu Santo llena a cada creyente para que
pueda vivir una vida de santidad y de victoria sobre el pecado (Efesios 5:18).
Como el Espíritu llena y controla progresivamente la vida del creyente, la
voluntad de Dios, que es su santificación (1ª Tesalonicenses 4:3), es
progresivamente perfeccionada en su vida. Es deber del creyente rendirse al
control del Espíritu y caminar de acuerdo a Él para que el fruto del Espíritu
pueda ser manifestado en su vida. (Gálatas 5:16-25).
Así como el Espíritu Santo llena al creyente, Él
también le reviste de poder para que testifique y le sirva (Hechos 1:8). Es
notable en los relatos bíblicos, que personas débiles y temerosas fueron
transformadas en testigos intrépidos y persuasivos por el poder del Espíritu
Santo (Hechos 2:14-37; 3:12; 4:8, 31; 6:8; 9:20-22). Este poder viene
únicamente del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo provee dones espirituales al
pueblo de Dios para que el ministerio de la Iglesia pueda ser cumplido con orden y bien
concertado (1ª Corintios 12:4-11). Los dones Espirituales están presentados en
1ª Corintios 12:8-10, 28-30 y Romanos 12:6-8.
Todos los dones deben ser ejercidos bajo el control del amor (1ª
Corintios 12:7-10) y en una forma ordenada (1ª Corintios 14:33, 40).
Las lenguas, interpretaciones, profecías, sanidades
y milagros no son prueba de que alguien sea bautizado en el Espíritu Santo, ni
evidencian su salvación (Mateo 7:22-23; Gálatas 3:2-14; Juan 7:38-39).
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